miércoles, 29 de febrero de 2012

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Hola a todos, esto es que la olvidamos y a partir de ahora subiremos los capítulos aquí. Gracias por leernos y esperemos que os guste, aunque sean dos capítulos por ahora, si queréis más solo tenéis que decírnoslo a una de las dos.
Si tenéis twitter seguirnos. @sweetdreams1D_ y @NiallerHugs
Podrás ser si quieres la afortunada en poder ser el amor de Louis Tomlinson. ¿Quiéres? Dínoslo :3
Si quieres también nos harías un gran favor si se lo dices a gente que la lea, o mas que nada aburrida jaja.
Un besito muy grande y hasta la próxima entrada :D

PD: ¿Qué piensas que digan que Harry Styles sea el principal? Nosotras opinamos en negativo, sabemos que no tiene la culpa y nos encanta mucho ♥ pero son cinco chicos igual de lindos y talentosos. Dinos vuestra opinión.

CAPÍTULO II – REENCUENTRO.

[Narra Leire]
Las cuatro nos metimos en un taxi, que llevaría a cada una a sus respectivas casas. La primera en llegar fue Maki.

-Cuídate hasta que nos veamos, esta noche te llamaremos ¿de acuerdo? - dijo Lydia antes de que Maki se alejara lo suficiente para entrar a casa. Nos dedicó una sonrisa y se despidió de nosotras.

La siguiente, fue Paula.

-¡¿Quieres dejar de dormir de una vez?! – exclamé un poco harta de que se hubiera pasado todo el viaje dormida. – Ya estás en tu casa.
-Vaya forma más tierna de despertarme, amiga. – dijo Paula, pegándome un abrazo fuerte.

Y las siguientes éramos nosotras. No, no íbamos a nuestra casa, íbamos a la oficina de nuestro padre. Era el dueño de una de las mayores discográficas que había en todo Londres, y se pasaba el día allí. Era el único sitio donde podríamos encontrarle ahora.

Nos paramos en la entrada del edificio. Había evolucionado mucho. Podría decir, que era mucho más alto que antes. Llegamos a la recepción, y preguntamos por el dueño. Tal cual decía, estaba allí encerrado en su despacho.

Toqué a la puerta, y al ratito salió.
-¡Leire, hija! - exclamó abrazándome fuerte. - ¿qué haces aquí? ¿Y tu hermana? ¿Ha venido?
-Sí -sonreí- fue al servicio, ahora vendrá.
-Bueno, yo ahora estoy reunido, en cuanto acabe, pediré el día libre ¿de acuerdo? -besó mi frente, y cuando estaba apunto de entrar a su despacho, le detuve.
-¿Puedo conocer a mis posibles futuros clientes?
-Gran idea. -sonrió.

Abrió la puerta, y pude ver a cinco jóvenes y apuestos chicos sentados en los asientos que habían delante de la mesa de mi padre. Sus ojos se posaron en mi nada más entrar.

-Quería presentaros a mi hija, Leire. -dijo él con un tono orgulloso.

Sonreí, y me acerqué a ellos con la intención de darles dos besos, y así fue hasta que llegué a uno de ellos. Uno rubio, con unos preciosos ojos azules.

-¿Leire? ¿Enserio eres tú? -dijo mirándome fijamente, y con una sonrisa.

Quedé un poco confusa al ver que parecía conocerme, pero ¿de qué? Miré a la foto que había en el escritorio. Mi hermana, unos viejos amigos y yo. ¡Eso era! Eran ellos.

-¿Niall? -dije sorprendida, y con una amplia sonrisa. Lo abracé tan fuerte como pude.

Estuvimos un rato sobre lo que habíamos cambiado, lo que hacíamos y un resumen de lo que había pasado en nuestras vidas hasta entonces. De repente, pudimos oír unos pasos acercarse. Mi hermana entró por la puerta, y tal cual me había pasado a mi, todas las vistas fueron hacia ellos.  Ella les saludó a todos con una amplia sonrisa en sus labios, excepto al llegar a Zayn. Él se acercó para abrazarla, pero ella dio un paso hacia atrás. Le miró seriamente, clavando sus ojos en los suyos, y terminó por salirse de la habitación a pasos rápidos.

[Narra Lydia]

Miles de momentos vinieron a mi cabeza, y empezaron a hacerme sentir mal. Por una parte, recordé aquella carta que él me dio justo antes de la despedida. De una manera, sentí que le había traicionado, le dije que para siempre, y yo ahora tenía novio. Después, recordé a él con aquella chica, y la ira se apoderó de mi. No tenía ganas de verle, ni de tocarle, no tenía ganas de volver a estar con él.  Noté un cálido tacto en mi mano, que me hacía detenerme. Podía imaginarme quien era, pero no tenia ganas de girarme a asegurarme, no quería que él me viera tan débil, pero no pude resistirme. Me sequé las pequeñas lágrimas que había soltado, y me digné a verle. En efectiva era él. Me miraba fijamente, serio, y confuso. Y de repente, me abrazó. No quería irme, pero mi orgullo me pudo y me zafé de él.

-¿Qué te pasa? No te entiendo.. - dijo él.
-Es muy fácil declararte mediante una carta, ignorando que esta no te esta creyendo, encontrarnos años despues y aparentar que no ha pasado y que todo puede volver a ser como antes. Todo ha cambiado, y no esperes que por ser el chico de moda voy a caer otra vez rendida a tus pies. No otra vez -contesté secamente mientras – Pero ¿sabes? Tampoco espero que me entiendas. - y dicho esto, le dediqué una última mirada, y desaparecí de allí.

[Narra Leire]

Miré a los chicos, y ellos parecieron entender lo que quería hacer. Sonreí, y salí de ahí, para hablar con mi hermana y ver que pasaba. Sabía perfectamente dónde iba a estar.

Llamé al ascensor, y al abrir las puertas, tal y como y imaginaba ella estaba allí, sentada, y seria.

-Por favor, vete, no quiero hablar con nadie.
-¿No vas a contarle a tu hermana lo que ha pasado? - me fui adentrando al ascensor para acercarme a ella.
-No.
La abracé tan fuerte como pude, y aunque ella no me correspondió, sabía que lo único que quería era tener apoyo a su lado.
-¿Sigues sintiendo algo por él?
Se secó las lágrimas que le quedaban, e hizo un esfuerzo por nergarlo.
-¿Qué ha pasado?

Me empezó a contar todo desde el principio. Lo que pasó el día que os marchamos – que me sorprendió muchísimo – y lo que acababa de pasar hace unos minutos.

[Narrador]

Mientras tanto, los chicos trataban de sacarle a Zayn lo que le pasaba, pero él no daba contestación alguna. Estaba realmente cabreado, y se podría decir que también confuso. No entendía nada de lo que acababa de pasar hace unos segundos, y menos, lo que ha sentido al volverla a ver, tan hermosa como la recordaba. ¿Y si nunca la llegó a olvidar del todo? ¿Y si siempre sintió algo por ella? Fuera lo que fuera, se sentía que había estado engañado todo este tiempo. Se hartó de los chicos, y decidió bajarse a la calle, a fumarse un cigarrilo.
En cambio, Lydia seguía en el ascensor sentada, encogida, abrazando sus piernas, pensando y pensando, tanto que sentía que en cualquier momento le iba a explotar la cabeza. Su móvil sonó. Vio el nombre que figuraba en la pantalla “Michael” y sonrió.
-Hola hermosa,  ¿cómo estás? Me enteré de que volviste a Inglaterra -contestó al ver que ella ya había aceptado la llamada.
-Hola Michael. -dijo con un tono apagado, pero tratando de sonar convincente.
-Uy... ¿y ese tono?
-Nada, tan solo esto un poco cansada del viaje.
-Bueno, es normal. -contestó.
-Quiero verte... ¿dónde estás ahora?
-Estoy en un bar próximo a la oficina de tu padre ¿vienes?
-En unos minutos estoy allí.
-Te quiero. -dijo él.
Ella se calló unos segundos, recapacitando todo, pensando. ¿Y si sus te quiero hacia Michael siempre fueron una mentira?
-Yo también. -soltó de repente, no muy convencida.

Mientras Lydia iba a la cafetería, para reencontrarse con su novio Michael, Louis sugirió bajar a la cafetería que había aquí al lado, y charlar más tranquilamente, para romper la tensión que se había formado.

[Narra Leire]

Louis propuso bajar a tomar algo, y todos aceptamos. No estaba muy llena de gente, y fue un alivio para los chicos. Nos sentamos todos en una mesa, pedimos unos cafés y estuvimos hablando un rato. En uno de esos momentos de curiosidad de Niall, en los que mira a todas partes como si buscara algo, se fijó en algo que le llamó la atención.

-Leire ¿no es esa tú hermana? -dijo mirando el objetivo.
-Sí... y Michael... -suspiré con desgana.
-¿Quién es? ¿Su novio? -preguntó con interés Zayn, sin quitar la vista de ellos.
-Desgraciadamente, sí. -desvié la mirada de ellos, y volví a mirar a los chicos. -No es un chico que me agrade mucho, pero bueno... qué se le va a hacer.

Lydia y su novio habían terminado de hablar, se dieron un beso, y él salió por la puerta. Ella se quedó quieta en la barra por unos instantes, sentada, hasta que la llamé para que viniera con nosotros. El único puesto que había libre era al lado de Zayn, y sin un gesto raro ni nada, ella se sentó.

-Estábamos hablando de hacer una quedada este fin de semana, para recuperar el tiempo perdido ¿vienes? -le preguntó a mi hermana.

Ella se quedó mirando fijamente un punto fijo, un vaso, seria, sin expresión, parecía que no se había enterado de la pregunta, pero si lo hizo.

-¿Ah? Sí, gran idea.
-Podríamos hacerla en casa de mi padre, donde fuimos antes y después de factor x. ¿qué os parece? -propuso Harry con su amplia sonrisa.
-Sería perfecto, revivir viejos tiempos...-dijo Niall.

Zayn y Lydia de vez en cuando se soltaban alguna que otra mirada discreta, y yo les veía. Por mucho que lo negaran, ellos seguían sintiendo cosas el uno por el otro.

-Esta tarde tenemos que ir a grabar una maqueta ¿os apetece venir? -preguntó Zayn mirándonos a las dos.
-No.. lo siento, tengo planes. -dijo mi hermana seria.
-A mi me gustaría. -sonreí.

Y así continuamos un par de horas, hasta que tuvimos que separarnos. Ellos insistieron en pagar la cuenta, y no nos quedó más remedio que aceptar. Quedamos en que a la tarde, pasarían a por nosotros. Nos despedimos todos. Pude ver como Niall se alejó con mi hermana unos metros, y estuvieron hablando unos instantes, y los celos invadieron todo mi ser, tanto, que me adentré al edificio en busca de mi padre sin esperarla.

Capítulo I – Destino: Inglaterra.

El tiempo en Atlanta había pasado muy deprisa, y parecía mentira que ya hubieran pasado dos años, y ahora estábamos abandonando este país para volver a Inglaterra. Todo fue muy rápido, de repente, ya nos encontrábamos en un taxi de camino al aeropuerto. En el asiento de delante iba María, o como prefería que la llamaran "Maki". De las cuatro, iba la más tranquila y relajada. Detrás, a la izquierda, Lydia, mi hermana mayor. Iba sumida en sus pensamientos, mientras observaba por la ventanilla el paisaje que dejaba atrás, no tenía muchas ganas de volver a casa y ver a papá y mamá. En el centro, iba Paula. Profundamente dormida, y apoyándose en mi hermana y en mi a cada rato. Después estaba yo, Leire. Se podía decir que iba algo tranquila, aunque no muy convencida de volver otra vez a casa. Me acomodé la capucha de mi sudadera, y me puse los auriculares, me puse a mirar el paisaje que dejaba atrás, junto a momentos inolvidables.

-¡Despierta Paula! - oí gritar a mi hermana.
-Unos minutitos más. - musitó ella acomodándose hacia el otro lado.
-No podemos permitirnos unos minutos más, ya nos has hecho perder mucho tiempo ¡vamos!

Maki y yo sacábamos el equipaje del maletero. Mi hermana se dirigió a la ventanilla del conductor dispuesta a pagarle el importe del trayecto.

-O te despiertas o te despierto. -amenazó Maki haciendo algo de fuerza para sacarla del coche.

Mientras todo esto sucedía, yo estaba perdida en mis pensamientos otra vez, mirando aquellos aviones que despegaban en el cielo. Estaba tan distraída, que no me di cuenta de que el taxi ya se había marchado, y que Paula ya había logrado despertarse.

Todo había cambiado muchísimo en dos años. Aunque no lo pareciera, a los ojos de una curiosa como eran los míos, todo parecía más moderno y nuevo, era realmente impresionante. Íbamos un poco perdidas, no sabíamos dónde teníamos que ir a facturar las maletas.
Lydia sacó los billetes del bolso y leyó:

-Ventanilla de Sky aline... -dijo ella mirando a todas partes tratando de buscarlo.
-¿Eso de allí? -preguntó Paula señalando un cartel grande en el que ponía la compañía de vuelos que habíamos escogido.

Todas volteamos a verlo. Había una cola enorme. Miramos a Paula con mal gesto, y ella se limitó a soltar una leve sonrisa.

Nos pusimos todas en la cola. Estuvimos hablando unos minutos, para pasar el rato, pero la cola parecía no moverse, o al menos esa impresión me daba a mí.

-Chicas, necesito ir al servicio... -susurró Maki con algo de vergüenza.
-¿Ahora Maki? - dijo Lydia con resignación. Era la mayor, y era como la madre de las cuatro. -Leire, acompáñala, yo me quedaré con la dormilona esta.


[Narra Lydia]

Mientras las chicas se alejaban, pude asustarme varias veces con los bostezos que Paula daba.

-No entiendo cómo puedes tener sueño, ¡eres la que más ha dormido! -exclamé muy extrañada.
-No tengo sueño, tan solo no me ha dado tiempo a desayunar, y tengo hambre. - se excusó ella.

Reí por su comentario, y saqué un paquete de rosquilletas de mi bolso para dárselo. Ella empezó a comérselo tranquilamente mientras la cola iba avanzando poco a poco, y las otras dos seguían sin venir.

Me apoyé como pude en la maleta, y me puse a pensar en todo. La vuelta a casa, que estaría pasando ahora en la discográfica de papá y mamá, que pasaría con Leire y conmigo… Paula seguía comiendo como una niña pequeña hambrienta. Se me quedó mirando seria unos instantes.

-¿Te pasa algo? -preguntó curiosa y quizá un poco preocupada.

Estaba muy metida en mi cerebro, que apenas entendí lo que dijo y decidí ignorarla.
-¿Lydia? ¡eo! Tierra llamando a Lydia. -decía ella pasándome la mano por delante de mi varias veces.
-¿Eh? ¿Qué pasa ahora?
-Eso digo yo. Estás muy rara...
-No pasa nada, tranquila. - sonreí de la forma más convincente que pude, pero ella no se lo creyó, y siguió insistiendo.

Mientras tanto, pude ver como Leire y Maki seguían en busca de los servicios. Maki iba haciendo unos movimientos muy graciosos, ya que parece que no podía aguantarse mucho más. Leire, riéndose, buscó a la primera persona que pudo y le preguntó por ellos. Mientras Maki estaba en el baño, Leire la esperó fuera. Unos chicos la estaban mirando con una sonrisa algo rara en sus rostros. Leire les vio, y pude ver aquella cara tan extraña que solía poner, pero decidió ignorarles.

A Paula y a mi nos iba a tocar facturar las maletas dentro de muy poco. Ella terminó el paquete de rosquillas, hizo la bolsa una bola, y se dirigió a la papelera más cercana a tirarla.  La de la ventanilla ya había terminado de atender al cliente que iba delante nuestro. Paula vino todo lo rápido que pudo, y me ayudó a llevar parte de las maletas.

Nos sentamos en unas sillas, a esperar a las que se habían ido al baño. Nos pusimos a ver fotos del viaje, y nos hicimos unas cuantas más. Pasaron unos instantes, y mientras guardaba la cámara, Paula distinguió dos siluetas familiares a lo lejos que se iban acercando poco a poco. Eran Maki y Leire, y venían riendo. Detrás de ellas, iba el grupo de chicos que habíamos visto anteriormente. Iban conversando tranquilamente, y Paula pareció ver a uno de ellos guapo, porque se le quedó mirando fijamente. A los instantes, tuvimos que avisarla de que si se venía a por algo de comer al bar.

Todas reíamos y nos hacíamos fotos, pero yo conocía a mi hermana, y ella no parecía presente, estaba distante, lejos de nosotras, en sus mundos, pero no le tomé mucha importancia.

Llegó la hora de subir al avión. Fuimos a la cola de embarque. Todas pasamos por el detector de metales sin ningún problema, excepto Leire. Cuando llegó su turno, empezó a pitar. Ella se asustó un poco, y me miró con aquel rostro serio que llevaba. Le hice un gesto de que se quitara los auriculares, y volvió a pasar, esta vez correctamente.

Caminamos hasta el avión, y antes de entrar a la puerta, había un hombre, disfrazado de una manera un poco extraña, que a todos los pasajeros que pasaban por ahí les decía “Bienvenidos a Sky Alines, gracias por confiar en nosotros. Que tenga un buen viaje” Una vez estuvimos lo suficientemente alejados de él, estallamos en una carcajada.

Entramos al avión. Estaba lleno de gente caminando de un lado para el otro, niños corriendo de allí a allá... nos pusimos a encontrar nuestros asientos, que eran de dos en dos. Delante se pusieron Maki y Paula, y detrás íbamos mi hermana y yo. Al rato, aquel grupo de chicos volvió a pasar por delante nuestra, nos guiñaron un ojo, y se sentaron algo cerca de nosotras.

El avión despegó, y pudimos quitarnos los cinturones. Observé a mi hermana, que volvía a ponerse los auriculares y la capucha. Solté un bufido y le quité un auricular. Ella me miró seria.

-¿Qué te pasa? - le pregunté.

Ella no hizo buena cara desde el primer momento en el que le formulé la pregunta, pero se limitó a contestar:

-Nada hermana, nada.

Su respuesta no fue muy convincente, y me hice la pesada, insistiendo una y otra vez.
-¿Es por el tema de padre y madre? -pregunté finalmente. Vi aquella mirada distante otra vez. Hizo una sonrisa extraña y finalmente asintió con la cabeza.
-Eso y que... son las once de la mañana, nos hemos levantado a la cinco, vamos a ir allí y habrá diferencia horaria... estoy algo cansada.

Entre nosotras, no hubo mucha conversación. Paula dormía plácidamente, Maki, estaba viciada con su móvil, y pidiéndole alguna que otra cosa a la azafata. Nosotras, conversábamos de vez en cuando, nos sacábamos alguna que otra foto, y acompañé a Leire al servicio, ya que tenía ganas de ir. Ella estaba dentro, y yo la esperé fuera. Uno de los chicos de aquel grupo tan extraño, se levantó de su asiento y se fue acercando poco a poco a mi.

-Hola guapa. -me dijo con una sonrisa.

Puso sus manos en la pared, de manera que no pudiera escapar, mientras poco a poco se iba acercando a mi. ¿Pero qué se supone que estaba haciendo el tipo este? De repente, vi que una mano le pegaba en la mejilla, y se llevó las dos suyas para aliviar el dolor.

-¿Qué se supone que haces? -dijo mi hermana cabreada. Me cogió de la mano y me llevó rápidamente a los asientos otra vez. Al lado nuestra, el resto del grupo de chicos se reían del fracaso de su amigo.

El resto del vuelo fue, para mi opinión, bastante lento y aburrido, pero por fin habíamos llegado a casa, volvíamos a la rutina de siempre, por fin, estábamos en Inglaterra.

Bajamos del avión, y nos dirigimos a la cinta transportadora de maletas. Paula caminaba lentamente, todavía iba algo dormida, y por eso tenía que ir a su lado, pendiente de que no se cayera al suelo. Mientras esperábamos a ver nuestro equipaje, Maki se sentó en el borde de la cinta. Ésta empezó a moverse, y de no ser por el equilibrio que tenía, se hubiera caído. Justo después de eso, nuestras maletas pasaban por ahí, las cogimos y nos dirigimos al taxi que había libre esperando.